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domingo, 27 de noviembre de 2011

27 Noviembre -- Primer Domingo de Adviento 2011



LAS VELAS DE ADVIENTO

Las cuatro velas se quemaban lentamente…el ambiente estaba tan silencioso, que se podía escuchar lo que decían:

La primera dijo: ¡Yo soy la PAZ!, Sin embargo las personas no consiguen mantenerme…¡Yo creo que me voy apagar!. Y disminuyendo su fuego se apagó…

Dijo la segunda: ¡Yo soy la FE!, lamentablemente soy tan superflua…Las personas no quieren saber de mi. Cuando terminó de hablar, pasó una brisa suave y la apagó.

Triste, la tercera vela dijo: ¡Yo soy el AMOR!...No tengo fuerzas para seguir encendida…¡Las personas me dejan de lado y no comprenden la importancia de amar!. Se olvidan hasta de quienes están cerca de ellos. Hay demasiado odio… Y sin más se apagó.

De repente entró un niño y al ver las tres velas apagadas…dijo: ¿Qué pasó?, ¡Deberían estar encendidas!.

Y al decir esto, comenzó a llorar…Entonces la cuarta vela habló: No tengas miedo, mientras yo esté encendida,  podemos prender las otras velas…¡ Yo soy la ESPERANZA!

Con los ojos brillantes, tomo la vela y encendió las demás…

Es cierto que vivimos momentos difíciles, tiempo de oscuras tormentas….¡que la esperanza nunca se apague dentro de nuestro corazón!

Aprovechemos este tiempo de adviento que el señor nos ofrece para revisar nuestras vidas y corregir nuestros errores. ¡ÉL NOS LLAMA A LA CONVERSIÓN!

Y que cada uno de nosotros sepamos ser la herramienta que ese niño necesita para mantener la esperanza, la fe, la paz y el amor.


Lectura según san Marcos (13,33-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»


                                                                       PALABRA DEL SEÑOR


ORACIÓN FINAL:

Despiértanos, Señor,
socórrenos con tu fuerza,
líbranos de lo que nos frena
y apresura nuestra felicidad.

Enséñanos a construir tu reino,
a inventar una vida compartiendo,
a trabajar aportando lo mejor,
y a complementarnos y apoyarnos.

Abre las puertas de nuestro pueblo,
para que sea un lugar de justicia,
para que reine la igualdad entre todos,
tratando al otro como nos gusta que nos traten.

Impúlsanos a triunfar sobre el desamor,
mantennos en comunicación contigo,
que no digamos: "Señor, Señor...",
sino que vivamos una verdadera amistad.

Amén.

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